Ni en mis sueños más locos me imagino a Steve Jobs permitiendo que el sistema operativo de sus amores pueda venderse en cualquier ordenador que no tenga su marca de la manzana; sea por perfeccionismo, obstinación, visión económica amplia o un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad, está claro que a Su Steveza no le haría gracia que la Mac-experiencia se viese violada por equipos feos y faltos de estilo que carguen en sus entrañas el siempre bello y robusto (y suyo, está claro) Mac OS X. Ejemplo de su furia es la avalancha de abogados que pelean contra las empresas que gustan de vender clónicos. Fuera de los delirios del sr. Jobs y de la lucha judicial, el tema del licenciamiento del software da para verlo desde varios puntos de vista distintos, y no creo que todos sean tan malos… o tan buenos. Soñemos un rato.
En primer lugar, la licencia de uso de Mac OS X en ordenadores que no sean marca Apple haría que la marca llegue mucho más lejos; no es un misterio que a mucha gente le encantaría tener Mac OS X instalado en su ordenador portátil o de sobremesa de cualquier manufactura, pero tienen que aguantarse las ganas porque es incompatible (bueno, Hackintosh ha tenido cierto impacto, y ya lo comenté con ustedes en este artículo), La permisividad sería un arma efectiva de popularización, e incluso podría usarse de plataforma de lanzamiento a hardware de Apple si se tiene en cuenta el efecto embrujo que tiene todo lo manufacturado por la gente de Cupertino.